El tema de la relación “mujeres – hombres” es muy recurrente en nuestro círculo de emigrantes en España, es cierto que hay mucha diferencia en este campo en la vida en Rusia y en España. Y este articulo explica este tema a la perfección, ¡enhorabuena Dlana Bruk!
Lo único ya que nos han surgido algunos comentarios leyendo el texto, los copiamos aquí entre comillas para separar el articulo en sí de nuestros propios comentarios.
“Probablemente ningún extranjero que haya visitado Rusia se sorprenda al saber que, en un estudio Kinsey realizado en 2004 se afirmó que, en la sociedad rusa, existía un “sexismo sin sexo” en el que “por un lado, las diferencias de género han sido teóricamente ignoradas y políticamente menospreciadas” pero, “por otro lado, tanto la opinión pública como las prácticas sociales han sido extremadamente sexistas, tomando todas las diferencias sexuales empíricas como naturales”.
Esto significa, en la práctica y en líneas generales, que los rusos se adhieren a roles de género relativamente estrictos: se espera que las mujeres cuiden inmaculadamente de su vestuario e higiene, deseen tener muchos hijos, actúen como epicentro de la familia y sean muy ‘femeninas’; mientras que, de los hombres, se espera que cumplan con las responsabilidades financieras, protejan a sus mujeres hasta la muerte y caminen con cierto aire de machote arrogante.
Sin embargo, lo que sí sorprende a menudo a los extranjeros es que las mujeres de Rusia tienden a defender estas dualidades de género a gritos, igual o más que los hombres. En un estudio reciente de Levada Center, solo el 38% de hombres y mujeres apoyó el ‘igualitarismo abstracto’ en la vida doméstica; tareas como cocinar, la limpieza, el cuidado de los niños, etc. se etiquetaron como exclusivamente femeninas, y la única que se adjudicó en exclusiva a los hombres fue la guerra.”
A ver, aquí un poco de aclaraciones, ya me imagino el escándalo que se está montando en algunas cabezas.
La autora del articulo habla de una especie del modelo ideal, del vector de los esfuerzos de los papeles femeninos y masculinos. Esto no significa que todas las mujeres rusas tienden ocuparse de la casa y de los niños y no trabajar. La mayoría de las mujeres rusas casadas trabajan. Y muchos hombres ayudan a sus mujeres con la casa y con los niños. Aquí más bien la autora del articulo intenta describir un modelo psicosocial: se trata de que las mujeres y los hombres determinan las zonas de su responsabilidad prioritaria por naturaleza. Es decir, la mujer cuenta con que su marido le ayude con las tareas domesticas y con los niños, pero ni lo exige, ni lo espera, los hombres se sientan libres en este aspecto, si hacen algo – es porque ayudan a su esposa, pero no porque lo consideran como su deber. Y las mujeres se alegran cuando reciben ayuda y están agradecidas a sus maridos. Lo mismo los hombres, algunos cuentan con que su mujer también participa en la economía de la familia, es decir, trabaja para que la familia tenga más ingresos, pero no se lo exigen. Las mujeres se sienten libres en este aspecto, si trabajan – es porque quieren, porque les gusta, porque quieren ayudar a su esposo, pero no porque lo consideran como su responsabilidad. Y los hombres se alegran cuando se hace así y están agradecidos por ello a sus mujeres. En fin, desde fuera, parece que es un modelo muy parecido a lo que vive la sociedad europea: ambos trabajan, ambos participan en las tareas domesticas, pero en el nivel psicológico – son relaciones diferentes, hay deberes y hay ayudas.
“Según otro sondeo de opinión, el 78% de hombres y mujeres creen que el hábitat natural de la mujer es la casa; aunque cabe señalar que, en la familia rusa, la mujer es quien tradicionalmente toma todas las decisiones relacionadas con la economía doméstica y otros problemas del hogar (“el hombre es la cabeza, pero la mujer es el cuello”, según el dicho popular ruso).
Y lo que es más importante: cuando se habla de feminismo, las mujeres rusas suelen hacer una mueca que contiene todas las connotaciones negativas de la dejadez, la vagancia, la agresividad y la vulgaridad. “Las feministas… actúan como hombres”, dice siempre mi amiga Sveta con desprecio, haciéndose eco del pensamiento de muchas mujeres rusas. “¿Por qué iba yo a querer actuar como un hombre? Yo estoy orgullosa de ser mujer”.
Se preguntarán cómo se desarrolló esta intensa aversión al feminismo. La respuesta se encuentra, como tantas veces, en la Revolución Bolchevique. En 1917, Rusia se convirtió en uno de los primeros lugares del mundo que garantizaba el derecho a votar a la mujer y la animaba a unirse a la fuerza laboral, y el igualitarismo fue promovido como uno de los grandes ideales de la revolución.
Sin embargo, como muchos de esos ideales, se trataba más bien de una ilusión brillante. Se seguía esperando que la mujer realizase todas las tareas domésticas y relacionadas con los hijos, pero ahora tenía que asumir además la carga del trabajo fuera del hogar. Una carga abrumadora que se expresa mejor en el dicho ruso: “Yo soy el caballo y soy el toro, yo soy la mujer y también el hombre”.
Esta rima transmite las quejas que mi madre y sus amigas solían lanzar, cansadas, al mundo: “Antes del feminismo, bastaba con que fueras una buena esposa y una buena madre. Ahora tienes que hacerlo todo tú.” El icono femenino soviético, a menudo retratado en panfletos nacionalistas con la hoz en una mano y una cuchara en la otra, era más minimalista y productivo que glamuroso.
Con la caída de la Unión Soviética, tal y como explica la psicóloga Yulia Burlakova, “las mujeres rusas retomaron con los brazos abiertos los roles de género tradicionales y desearon compensar con creces aquellos años de feminidad subyugada”.
Existen varios instrumentos con los que indagar a la hora de hacer una incursión en la historia. En primer lugar, antes de etiquetar un país como “atrasado” es importante visualizarlo en su propio contexto histórico para darse cuenta de que, lo que para una nación significa progresar, para otra es volver atrás.
En este caso, las feministas de Occidente han librado siempre una batalla cuyo objetivo es recibir un tratamiento de igualdad en lo que se refiere a derechos con los hombres; pero para las mujeres rusas postsoviéticas, se trata de recuperar un tratamiento ‘propio de una mujer’, dentro de una sociedad que tiene unos roles de género muy marcados.
En Occidente también puede ocurrir que la mujer acabe por adoptar las responsabilidades tanto masculinas como femeninas. Eso es lo que se me ocurre cuando veo a las familias típicas de comedias y series norteamericanas: en ellas, la mujer trabaja a tiempo completo, cuida de los niños, se encarga de las tareas del hogar y después trata de engatusar a su ‘maridito’, una suerte de niño enganchado a la televisión y al sofá, para que por lo menos lave los platos. ¿Es este el sueño que nuestros antepasados feministas tenían en mente? No lo creo”
fuente: http://es.rbth.com/…/por_que_las_mujeres_rusas_suelen_recha…