En estas islas, situadas en el Mar Blanco, cerca del Círculo Polar Ártico, podemos ver varias construcciones de la época neolítica: kurganes, dolmenes ¡como no! laberintos de piedra. Son 14 laberintos, de diámetro entre 3 y hasta 20 metros.
Los científicos rusos concluyeron que estos laberintos son restos de construcciones funerarias del hombre prehistórico. Según las creencias locales, almas de los muertos podían aparecen en el mundo de los vivos y molestarles, para evitarlo, los antepasados creaban estos laberintos del cuyo centro el alma ya no tenía escapatoria a nuestro mundo.
Al mismo tiempo, los chamanes, se dirigían al centro del laberinto para controlar los espíritus de sus antepasados y sólo con la ayuda de rituales especiales podía encontrar el camino de vuelta. Algunos investigadores creen que no sólo estos laberintos, sino todas las islas del archipiélago Solovki se consideraban por los hombres de la prehistoria como el reino de los muertos, el mundo de ultratumba, donde después de la muerte van todas las almas.
Precisamente aquí estaba la entrada al otro mundo y sólo aquí el alma del muerto podía encontrar, por fin, la paz.