Ya hace tiempo salió esta entrevista de Daniel Utrilla. Pero sigue siendo actual. Nos ha sorprendido tanto que un español ha podido comprender tanto a Rusia, a los rusos.
Ya que es muy larga y hay pocos que se atreverían leerla entera, os ofrecemos algunas partes.
“Los rusos se jactan de que los extranjeros no podemos entender el alma rusa. Yo llevo quince años y cada vez la entiendo menos, pero hubo un día en que me propuse buscarla como un ejercicio periodístico. Intenté resumirla. Y es difícil, ya sabes lo que dijo Churchill de que era un acertijo, envuelto en un misterio dentro de un enigma. Pero para mí el alma rusa es ese cóctel, que lo ves en casi todos los rusos, de inquietud intelectual, interés por las grandes preguntas de la humanidad —por qué vivimos, qué es el amor, etcétera—, mezclado con un vitalismo exacerbado. Al ruso le encanta vivir, tirar el poco dinero que tiene, no pensar en el mañana. Todo lo contrario de una sociedad luterana.
La persona que mejor ilustra esa combinación explosiva es Tolstói. El más ruso de entre los rusos. Un tío que cazaba osos, estuvo como soldado en la guerra de Crimea, perseguía a las gitanas en el Cáucaso, perdió su hacienda jugando a las cartas y luego era capaz, con su pensamiento, de influir en Gandhi, escribir dos de las más grandes novelas de la historia de la literatura y meterse en divagaciones filosóficas que le convierten casi en un místico, un profeta. El faro de Rusia le llamaban.
Entonces luego ves la imagen que se ha creado del ruso en las películas, que se esconde como Drácula cuando le da el sol en la cara, gente con mentalidad robótica, muy seria, que no tiene sentimientos, y te das cuenta de lo equivocado que está el estereotipo. Los rusos no es que no tengan sentimientos, es que sienten más que tú. Son más sentimentales en todos los sentidos. Viven el desamor con una pasión desaforada, el «síndrome Ana Karenina», como lo llamo yo. Ves unas escenas que se producen en las relaciones… Aquí en España todo se racionaliza más, incluso las relaciones se viven de forma más calculada. Allí es todo más espontáneo. El primer rasgo que se cae cuando te metes en esa sociedad es el de que son fríos. Los rusos son volcanes con las laderas cubiertas de nieve. No tienen nada que ver con la sociedad escandinava o alemana”