La producción lleva más de 200 años, el dibujo de estos chales se hacía siempre de forma artesanal, a mano, utilizando una plantilla de madera. Para hacer un dibujo complejo la plantilla se estampaba en el tejido hasta 400 veces. En la fabrica trabajaban los mejores, ya que el mínimo error de unos milímetros puede estropear todo el dibujo.
Cada chal es de unos 10-18 colores, aunque ha habido chales de 30 y más colores. Los dibujos que se utilizan no sólo son flores: rosas, peonías y margaritas, también son populares vasijas antiguas, cisnes y lotos.
Se hacían ediciones especiales de chales para conmemoración de distintos eventos, como la coronación del último zar ruso, la celebración de 300 aniversario de la dinastía Romanov y otros eventos históricos.
Después de la revolución del 1917 la fábrica estaba a punto de cerrar, los chales se consideraban un símbolo de otra época y un recordatorio del pasado que se quería olvidar. Pero a pesar de eso, la producción de los pañuelos no se interrumpió y las mujeres seguían llevando chales de Pavlovsky Posad.
A mediados de los años 60 un joven diseñador ruso Viacheslav Zaytsev ha hecho que vuelva el interés de todo el público hacia estos chales, presentando una colección de ropa única elaborada de principio a fin con estos tejidos. En la semana de haute couture el público experto ha podido apreciar los complejos dibujos y los vivos colores y ver que son dignos de estar de moda y formar parte del fondo de armario de cada mujer.
Los chales de Pavlov posad ya se consideran auténticas son obras de arte, están creados por maestros, reconocidos oficialmente, muchos de ellos están nombrados Artistas de Honor de la Federación Rusa. La fábrica también ha recibido varios premios, entre ellos el Premio de Ivan Repin y el Premio Estatal de Arte y Literatura.